Hoy me tocó maejar. Mis padres me pidieron que los fuera a dejar a la estación de trenes, ubicada al poniente del distrito correspondiente al centro de Santiago. No me resulta agradable el hecho de manejar, pero no puedo decirles que no a mis padres, en este caso. Cuando era pequeño me acarrearon de arriba a abajo en auto, cumpleaños e idas al colegio y quizás que otra actividad.
En fin… al cumplir mi misión decidà hacer una pequeña y sencilla prueba: Medir el tiempo que me tomaba regresar a su casa, sin superar los 40k/h. En Chile la velocidad máxima urbana es de 60k/h, demasiado. Esto me permitirÃa probar por un lado, que una velocidad máxima menor en nada altera los tiempos de viaje, semáforos de por medio. Y en segundo lugar, hay que decirlo, Santiago estaba despejado de autos. Es un dÃa feriado y espera un fin de semana largo, mucha gente salió de la ciudad y no hay viajes gatillados por trabajo o estudios. No habÃa congestión y el espacio en las vÃas era generoso. Buen escenario, que permite probar que mientras menos autos, mejor es la circulación para todos los modos de transporte en las vÃas.
En
Estas son algunas de las reflexiones:
En los cruces con luz roja, me encontraba con los mismos autos que me adelantaban, algunos a más de 60k/h (por lo bajo en tres cruces con los mismos autos, luego se adelantaban mas)
Ningún auto me tocó la bocina, claro que debe ser por el feriado y no hay razones aparentes para andar apurado, y nadie manifestaba su frustración a bocinazos, por estar atrapado dentro del auto como sucede con muchos ciudadanos los dÃas hábiles. La ausencia de congestión evitaba eso.
Manejar un auto es una actividad compleja, aunque los fabricantes se esfuercen en mostrar lo contrario. Controlar mi velocidad requirió concentración y atención. Es fácil perder la noción de la velocidad tan “cómodamente” sentado en el “sillón berger” del auto, por lo tanto, debÃa controlar constantemente el tacómetro. (No tengo foto del tacómetro a 40k/h porque iba manejando y las cosas fácilmente se pueden salir de control cuando se trata de un vehÃculo de más de 2 toneladas de peso.) Esa falta de conciencia de la velocidad puede transformar hasta la abuelita más dulce en una asesina, sólo por el hecho de tener la percepción de velocidad “anestesiada”.
En el año, uso la bicicleta el 98% de mis viajes, me toca manejar auto unas 3 a 4 veces y las otras uso el transporte público (especialmente cuando quiero leer). Conozco varias caras de la movilidad en la ciudad y esa es una ventaja para tener una visión más completa del asunto, ejercicio que serÃa muy útil para ciudadanos dependientes del auto hasta para los viajes mas cortos. Si utilizaran la bici unos dÃas a la semana, su perspectiva de la ciudad cambiarÃa o al menos, entenderÃan que hay gente fuera del huevo de metal, que se mueve de otra forma y que debe ser respetada (o eso espero).
Si hubiese corrido a 60k/h es probable que haya llegado un poco antes… mmm… unos 5 min.? Tiempo irrelevante, si hacemos conciencia sobre los riesgos que se toman a nivel personal y social de conducir una máquina voluminosa y pesada a esa velocidad. Más velocidad, menos tiempo de reacción, más posibilidades de herir seriamente a alguien o transformarme en un asesino.
La temperatura al momento del viaje era de 31 grados en Santiago centro y créanme que sentà muy bien el calor dentro del auto, vidrios abajo y todo. No uso el aire acondicionado, utiliza la bencina y no quiero agregar más quema fósil al planeta, menos para capear el calor unos minutos. Quien argumente que el auto es mejor porque asà escapas del calor, está equivocado.
Echaba de menos mi bici. Me imaginaba pedaleando por la calle, con el mismo calor, pero con la brisa en mi cuerpo, expuesto a la ciudad, escuchando el ruido de las hojas con el viento, las voces de la gente en las veredas, descubriendo rincones, locales, detalles nuevos, que aparecen en cada viaje. Sin haber hecho este ejercicio, el viaje habrÃa sido de lo más aburrido. Sentado ahà sin hacer nada, más que mover un poco los pies…
En conclusión, manejar con una ciudad libre de congestión, ruido y estrés producto de un dÃa feriado, no fue tan malo. Mis padres se fueron en tren (los convencà hace unos meses de optar por el ferrocarril en vez del auto para ir al sur) y ahora no andan preocupados de peajes, estacionamiento y vainas de esas mientras disfrutan del fin de semana largo. Ya es segunda vez que lo hacen, se sacaron un peso de 4 ruedas de encima.
Menos autos en la ciudad es un beneficio para todos, pueden llamarme utópico, pero creo que con las polÃticas adecuadas para el fomento del transporte público y la bici, es posible recuperar las vÃas, desmonopolizarlas del auto y hacer los viajes de todos mucho más agradables y eficientes.
Y lo más importante, una velocidad máxima de 60k/h en zonas urbanas es una medida injustificada. Por una ciudad más sana, urge disminuir la velocidad máxima en Chile.